Un anciano dijo: «Nadie puede herir al que está al lado del emperador. Tampoco Satanás puede hacernos el menor daño si nuestra alma está unida a Dios, pues escrito está: "Volveos a mí y yo me volveré a vosotros (Za 1,3). Pero como con frecuencia nos envanecemos, el enemigo se apodera de nuestra miserable alma y la arroja en el fango de las pasiones».
☦ Sentencias de los Padres del Desierto ☦
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