La Virgen María fue más dichosa por recibir la fe de Cristo que por concebir la carne de Cristo. Pues quien le dijo: "Bienaventurado el seno que te llevó", respondió Jesús: "Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la practican". Finalmente, a sus hermanos, es decir, a los familiares según la carne, que no creyeron en Él, ¿de qué les aprovechó su parentesco? Tampoco hubiera aprovechado nada el parentesco material a María si no hubiera sido más feliz por llevar a Cristo en su corazón que en su seno.
AGUSTÍN DE HIPONA, SOBRE LA SANTA VIRGINIDAD, 3,3
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