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Δευτέρα 10 Ιουνίου 2019

Del primer santo sínodo ecuménico, el milagro de san Esperidón


Publicado por Fr. Petros 

"Amigos en y de Cristo-Dios-Hombre hoy Domingo del primer Santo Sínodo Ecuménico, que es lo que más falsean, odian, tergiversan y blasfeman muchos Protestantes , e insultando también a los Santos Padres sobre todo san Kostantino el Grande y su madre Helena falseando la historia y hasta nuestra lengua helénica… por eso hice esta traducción de la confirmación del Sínodo por el Espíritu Santo con el milagro de san Esperidón y muchos más que sucedieron…derrotando al primer gran Anticristo Arrio precursor del islam .

Del primer santo sínodo ecuménico, el milagro de san Esperidón

San Espiridon de Chipre apenas tenía estudios, era pastor de ovejas y cabras. Pero esto no impidió que viniera a tomar parte en el I Sínodo Ecuménico  que convocó Konstantino el Grande, 325 dC, para refutar y deponer a Arrio. Este tremendo herético, tal como sabemos, enseñaba que Cristo no es Dios, sino creación y creatura de Dios, y su enseñanza herética había provocado verdadero tumulto también en toda la Iglesia Cristiana Ortodoxa.

En este Sínodo por una parte estaba Arrio con sus eminentes ritores-oradores y sus obispos seguidores. Ellos eran Eusebio de Nicomedia, Teagenis de Nicea y Macario de Caledonia. Junto con ellos con permiso del Rey vinieron también varios filósofos de las mismas ideas que Arrio y sus defensores. Entre ellos se distinguía un filósofo Heleno-Griego, Evlogio que en su arte dialéctico era una eminencia en el logos y en sus sofismas era considerado como invencible.
En la parte Ortodoxa se habían reunido 317 obispos y sacerdotes piadosos. Entre ellos se distinguían, san Nicolaos y san Alejadro, aún sacerdote, el obispo de Antioquía Efstazios, Panfutio de Thibaida, san Atanasioe el Grande entonces diáconos de la Iglesia Ortodoxa de Alejandría, el obispo Esperidón de Trimizunta y muchos más.

El último naturalmente no se distinguía por su formación académica e intelectual. Pero era un recipiente pleno de tesoros celestes. Era residencia del Espíritu Santo. Desde el momento que entró en la sala su corazón latía fuerte y con profunda fe oraba noerá espiritualmente con su nus para que Dios ilumine, de modo que finalmente luzca la verdad: “Padre glorifica a tu Hijo”, repetía una y otra vez con lágrimas en los ojos. Su agapi al amado Salvador nuestro, ardía todo su cuerpo y le proporcionaba fuerza invencible.

En la discusión que había encendido el duro y terrible Arrio con su formación filosófica, su astucia y su elocuencia, pero también con sus seguidores oradores retóricos que le apoyaban radicalmente, soltaba verdaderos truenos contra la verdad y la Iglesia de Cristo. Las horas pasaban sin resultado positivo alguno. En un momento uno de los oradores radicales de Arrio, el filósofo heleno Eflogio había proyectado argumentos con tal maestría que se había creído que la razón estaba por su parte. Los defensores de la verdad cristiana y el mismo san Atanasio se callaron. Por unos segundos había un silencio sepulcral en la sala grande. En aquel momento se levantó de su lugar nuestro Santo Esperidón y pidió la palabra. Los demás se quedaron sorprendidos, atónitos y tristes. Conocían que el santo era puro y virtuoso, pero era un hombre sencillo con pocas letras y formación académica, y sin poseer esto que llamamos filosofía y gnosis creada mundana. ¿Cómo podría pues un humilde pastor de ovejas  a salir adelante contra un sabio y pervertido? Por eso algunos se sorprendieron, se entristecieron y luchaban para impedirlo de hablar.

Temían que el filósofo duro, sin vergüenza orador le haría ridículo, y se burlarían y se reirían todos de san Esperidón. Pero Esperidón persistía y el Rey le dio la palabra.

De nuevo silencio sepulcral en la sala. Los amigos de Arrio con dificultad retenían el deprecio, la risa hacia Esperidón, en cambio los padres con sentimientos de respeto y también extrañados miraban al Yérontas. En un momento san Esperidón el Grande, interrumpiendo el silencio, se dirige hacia el filósofo y con voz firme empieza a decirle estas palabras:

-Escucha filósofo. Uno es el Dios. Él con Su Logos y Su Espíritu Santo creó todo el mundo, lo visible y lo invisible etc….

-El Logos de Dios, nuestro Señor Jesús Cristo es consubstancial-omousios con el Padre, Σύνθρονος sínzrono co-trono, Ομότιμος omótimo και Ομόδοξος omódoxo; Uno es el Dios; pero tres las Hipostasis-Personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Estas tres Hipostasis-Personas, Un Dios. Una Usía y Energía que para el nus-espíritu y la mente y el intelecto humano son inconcebibles e inefables. Tal como es imposible poner en un vaso las aguas del mar, así lo mismo para el cerebro limitado del hombre no puede concebir y caber lo infinito de la Deidad. Para dar certeza y una explicación a mis logos, pues, que el bondadoso Dios me perdone, porque voy a utilizar este ejemplo y demostración tangible. Entonces el Santo puso su mano en el bolsillo y sacó un pequeño ladrillo y mostrándolo con su mano derecha hizo la señal de la cruz y dijo:

---«En el nombre del Padre»
Y apretó el ladrillo. Los padres que observaban la escena se conmocionaron tremendamente. Porque con las palabras del santo, el fuego por el que se había tostado el ladrillo subió hacia arriba.

--- «Y del Hijo» 
Añadió, y entonces el agua por el que se había amasado el ladrillo seco, corrió hacia abajo.

---«Y del Espíritu Santo». 
Añadió el didáskalos iluminado por Dios, y la tierra quedó en su mano.

---Hermanos y padres míos, continuó el santo taumaturgo: tal y como el ladrillo es una cosa una esencia y una naturaleza, sin embargo es triádico o trinitario, compuesto de –fuego, agua y tierra- así también el Santo Dios. Aunque no debemos identificar la Naturaleza Increada y Supraesencial con la creada, formada y corrupta, sin embargo para comprender y concebir las inconcebibles, -que me perdone la misericordia infinita e increada de Dios- decimos y recalcamos:

Dios es Uno según su esencia-usía y naturaleza, pero sobre Sus Hipostasis-Personas es Triádico o Trinitario: Padre, Hijo o Logos y Espíritu Santo.

Las palabras del santo sorprendieron y maravillaron a los participantes. La sala resonó por las doxologías a Dios y las ovaciones de los Padres.  
Salmodian y alaban al Señor con cantos divino-inspirados: “¡Qué grande es nuestro Dios…!!! (Sal 76, 14-15). Y Arrio y sus seguidores realmente fueron avergonzados. El filósofo humillado reconoce y confiesa claramente su derrota, diciendo:
-Santo Yérontas, tus palabras realmente me han convencido y el milagro certificó que tienes razón. ¡Ahora, Sí creo con toda la fuerza de mi voluntad de mi psique-alma que, el Jesús Cristo es el Hijo de Dios, y Él también verdadero Dios, consubstancial del Padre. 

¡Lágrimas de alegría se derramaron de los ojos y primeros de los del filósofo, que acudió, junto con muchos más, a recibir el bautismo y convertirse en Cristiano Ortodoxo!!! " 

Traducido por Χρῆστος Χρυσούλας Jristos Jrisulas

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